Me llama mucho la atención la cantidad de gente que me ve como una persona de éxito por haber sido capaz de montar una clínica de Medicina Estética y poder vivir de ello. Me preguntan cómo lo hice, y por qué lo hice. Me dicen que soy muy valiente, por ser madre, emprendedora y empresaria. ¿Cómo he llegado hasta aquí?.
En realidad, el camino no fue fácil. Necesité ayuda de mucha gente y he tenido que hacer algunos sacrificios.
Desde que estudié Medicina tuve muy claro lo que realmente me gustaba: El trato con la gente. Por eso, mi primera opción era ser médico de familia. Claro, que por aquel entonces estaba alejada del mundo de la Medicina Estética. Al terminar la carrera es donde aparece el dilema. Seguir con el MIR, como la gran mayoría de médicos en España, o arriesgarme a montar algo por mi cuenta. Como todos, elegí el MIR.
Mientras estudiaba el MIR, estuve trabajando haciendo certificados médicos para conductores. Una época de mi vida de la que guardo un entrañable recuerdo.
Entonces ocurrió algo. Ese tren que pasa rápido, esa sensación de que, o te subes, o pierdes para siempre una oportunidad. Una decisión que tiraba por tierra todo lo planeado. Me ofrecieron trabajo en una clínica de Medicina Estética. Entonces surgen las preguntas, las dudas, los miedos. Pero me lancé. Y al hacerlo descubrí mi vocación dentro de la Medicina. Me enamoré de mi profesión.
Los primeros años fueron de aprendizaje. No sólo aprendí la profesión, también aprendí a caerme, a fracasar, a tratar con gente de todas clases, a trabajar en equipo y a sacrificarme. Aparte, mi vida personal también cambió, ya que tuve a mis hijos. Tras unos años trabajando me vi afectada por la crisis económica, como tantos otros.
Dicen que lo mejor para salir de la crisis es la creatividad. Yo no sé si tengo mucha, pero sí que le eché ganas y me lié la manta a la cabeza. En compañía de un amiga y hermana monté la que hoy es mi clínica. Desde entonces, no he parado de crecer como profesional y como persona. Y espero seguir haciéndolo junto a vosotros.
En realidad, el camino no fue fácil. Necesité ayuda de mucha gente y he tenido que hacer algunos sacrificios.
Desde que estudié Medicina tuve muy claro lo que realmente me gustaba: El trato con la gente. Por eso, mi primera opción era ser médico de familia. Claro, que por aquel entonces estaba alejada del mundo de la Medicina Estética. Al terminar la carrera es donde aparece el dilema. Seguir con el MIR, como la gran mayoría de médicos en España, o arriesgarme a montar algo por mi cuenta. Como todos, elegí el MIR.
Mientras estudiaba el MIR, estuve trabajando haciendo certificados médicos para conductores. Una época de mi vida de la que guardo un entrañable recuerdo.
Entonces ocurrió algo. Ese tren que pasa rápido, esa sensación de que, o te subes, o pierdes para siempre una oportunidad. Una decisión que tiraba por tierra todo lo planeado. Me ofrecieron trabajo en una clínica de Medicina Estética. Entonces surgen las preguntas, las dudas, los miedos. Pero me lancé. Y al hacerlo descubrí mi vocación dentro de la Medicina. Me enamoré de mi profesión.
Los primeros años fueron de aprendizaje. No sólo aprendí la profesión, también aprendí a caerme, a fracasar, a tratar con gente de todas clases, a trabajar en equipo y a sacrificarme. Aparte, mi vida personal también cambió, ya que tuve a mis hijos. Tras unos años trabajando me vi afectada por la crisis económica, como tantos otros.
Dicen que lo mejor para salir de la crisis es la creatividad. Yo no sé si tengo mucha, pero sí que le eché ganas y me lié la manta a la cabeza. En compañía de un amiga y hermana monté la que hoy es mi clínica. Desde entonces, no he parado de crecer como profesional y como persona. Y espero seguir haciéndolo junto a vosotros.
Olé!!! tú guapa enhorabuena por lo conseguido... y por lo que vas a conseguir .No cambies nunca amiga😘😘
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