¿Estoy a dieta? Esta es
la pregunta que nos repetimos al levantarnos cada día. Por las mañanas hemos
recuperado la energía, estamos pletóricos y es muy fácil motivarnos, así que
sí... ¡Estamos a dieta! Estamos seguros. Hacemos un desayuno sano con algo de
fruta, leche desnatada, pan integral… Y, ¡a comernos el día!
A media mañana la cosa
se empieza a complicar. Probablemente hayamos hecho ya muchas cosas y
desgastado gran parte de la energía. ¿Qué me como? Pues una tostada con un poco
de aceite está bien, con un café con leche, pero… Mira ese donut, ese
croissant… Por un día… Total, todavía es por la mañana. Este es un gran error.
A mediodía, nos saltamos
la dieta dependiendo de lo que hayamos decidido. Si nos comimos el croissant,
ya la hemos liado, así que, ¿qué más da? Total, por un día (otra vez).
El problema es que en
cuanto torcemos el día, ya está torcido para el resto. Y comemos cosas que nos
apetecen mucho y nos aportan energía inmediata, pero de la que nos hace
engordar.
Puede ser que aguantemos
hasta la noche habiendo hecho todo bien. Pero nuestra energía está como la
batería de nuestro móvil, temblando. Así que si vemos un trozo de chocolate
tendremos que ser muy fuertes para no abalanzarnos sobre él como leones.
Y si encadenamos dos
días así… Se acabó la dieta para siempre.
Piensa una cosa. Hacer
dieta es seguir unas reglas. Hay veces, que puedes hacer una excepción, pero
tienes que ser consciente de que esa excepción se puede convertir en una nueva
regla. Entonces ya no es una dieta.
Aunque he usado el símil
de la batería de móvil, nuestro cuerpo no funciona igual. Nuestro cuerpo se
puede entrenar. Debemos ser pacientes y no rendirnos. Si aguantamos veremos los
siguientes resultados:
- Al final de cada día llegamos con un poquito más de energía.
- Al cabo de las semanas veremos resultados en la báscula.
- Al cabo de los meses veremos resultados en el espejo.
Y entonces llega la
verdadera motivación. Es cuando alguien te dice: “Has cambiado, estás más guapo
o guapa”, “Estás más delgada o delgado, ¿qué has hecho?”. Esta motivación es
mejor que los resultados de la báscula y del espejo.
Mi consejo: No hagas
excepciones (y si las haces que no se vuelvan reglas).
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